jueves, 24 de marzo de 2016

Zona recreativa

“Hoy, por primera vez en la historia humana, los hombres son libres de expresar el componente esencialmente femenino de su personalidad. De hecho es algo que casi se les exige, por lo menos desde el punto de vista económico. No estoy hablando de la homosexualidad, naturalmente… Un hombre puede feminizarse mucho más allá del punto marcado por el travestismo sin perder su preferencia por las conchas, una preferencia que es una consecuencia ineludible del hecho de poseer una pija.”

“Nuestra forma de trabajar, de hablar, de ver la televisión o de caminar por la calle, incluso de cojer quizá sobre todo la forma de cojer…, todo eso forma parte del problema de la identidad. No podemos hacer ninguna de esas cosas con sinceridad e involucrándonos en ellas si no hemos averiguado quiénes somos realmente y somos esa persona tanto por dentro como por fuera en vez de ser la persona que los demás quieren que seamos. Lo normal es que si quieren que seamos algo que no somos acaben utilizándonos como laboratorio para resolver sus propios problemas de identidad”.

“Los perros habían sido declarados ilegales y los propietarios de perros tuvieron que recurrir a toda clase de numeritos estilo Anna Frank para proteger a sus chuchos de la Gestapo ciudadana. Dejaron de sacarlos a pasear por la calle, y el tejado del 334 —que la Comisión del Parque había declarado era una zona recreativa (llegaron al extremo de rodearlo con una alambrada para darle una atmósfera de zona recreativa)— no tardó en quedar cubierto por una capa de mierda de perro en la que te hundías hasta los tobillos. Los niños y los perros libraron una guerra para averiguar a quién pertenecía el tejado. Los niños perseguían a los perros sueltos y los arrojaban al vacío. Los pastores alemanes eran los que oponían una resistencia más encarnizada. Boz había visto cómo un pastor alemán arrastraba a un primo de Milly en su vuelo hasta el pavimento”.

“En la pantalla del televisor la madre del chico estaba explicando a la cámara y a los millones de telespectadores que no podía entender cómo era posible que su hijo hubiera hecho algo semejante.”

“Las manos se separaron. Las sonrisas se desvanecieron, y los propietarios de los labios que las habían esbozado se volvieron invisibles el uno para el otro y se marcharon en direcciones opuestas, como botes que se deslizan sobre las aguas envueltos en una espesa capa de niebla”.


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