“Hasta entonces nunca había creído o sospechado que pudiera tener un alma, pero en ese momento lo supe. También supe que mi alma era amistosa, que era mayor que yo y que lo único que le preocupaba era mi bienestar. Por comodidad, le puse el nombre de Joe. Me tranquilizó saber que no estaba del todo solo. Joe me ayudaba.”
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