martes, 28 de mayo de 2013

Capacidad de imaginación

"Al ser capaz de crear imágenes que hacían verosímil la existencia de hombres voladores en llamas, (Alex) Ross se erigía como el artista idóneo para una generación que estaba perdiendo la capacidad de imaginación."



Capaz de extinguir dinosaurios

"Watchmen era un acontecimiento de arte pop capaz de extinguir dinosaurios y asolar planetas, y para cuando todo acabó –aún resuenan sus ecos– la fórmula para los comics de superhéroes era cruda: evolucionar o morir."



Explosión de poder salvaje

“La ilustración de la portada que presentó al mundo a este personaje extraordinario tenía una virtud única e irrepetible, mostraba algo que nadie había visto antes. Parecía una pintura rupestre que llevase diez mil años esperando en la pared del metro a que la encontraran; era una imagen impactante, futurista y primitiva a la vez, de un cazador que mataba un coche que se había alejado de la manada.
El intenso fondo amarillo con una corona dentada en rojo –los colores de Superman– sugería una explosión de poder salvaje que iluminaba el cielo. Aparte de la sensación de que nos daba el logo de Action Comics, estilo art decó, en la portada aparecían la fecha (junio de 1938), el número (nº 1) y el precio (10 centavos). En ningún momento se mencionaba el nombre Superman, aunque las palabras habrían sido superfluas, pues su mensaje estaba claro: lo importante era la acción. Lo que el héroe hacía era mucho más relevante que lo que decía, y Superman estaba, desde el principio, en constante movimiento.”



Tan poderosos como los sueños

“Para los lectores acostumbrados al blanco y negro del cine, las fotos de los periódicos y las ilustraciones pulp, los comics serían sin duda alucinantes, tan poderosos como los sueños; además el hecho de que Siegel y sus colegas tomaran de las películas y del noticiario el lustre formal del naturalismo, hizo que el abierto surrealismo de los comics de superhéroes resultase aún más seductor. Eran el arte popular de un siglo convulso; el auténtico realismo mágico estadounidense, cuarenta años antes de que el término se extendiera por los círculos literarios como la pólvora.”

“Con nuestros superlativos y nuestros honores tan devaluados, hasta el punto de que ‘estrella’, ‘leyenda’ y ‘genio’ son descripciones apropiadas para cualquier tipejo con una idea medio buena que le ha robado a alguien, ¿cuál es la próxima etapa de esta escalada del amor propio humano? De estrella a superestrella a leyenda a… Hubo una época en que una estrella era un individuo con excelentes capacidades deportivas, musicales o dramáticas. Después lo fue cada niño que fue capaz de coger un lápiz garabatear una margarita para el día de la madre. Cuando todos nos convertimos en estrellas, las estrellas se transformaron en superestrellas para dejar las cosas en su sitio, pero estaban nadando a contracorriente. En los tiempos del Facebook y Twitter, donde todo el mundo tiene un grupo de seguidores, cuando el concepto de ‘genio’ se ha ampliado hasta abarcar a cualquiera de producir un escrito u obra de arte medio decente, ¿qué nos queda, sino meternos de lleno en la competición? Nosotros también podemos coronarnos como reyes de la creación. ¿Por qué no convertirnos en superhéroes? Superdioses, para ser más exactos. ¿Acaso no hemos sabido desde siempre que eso es lo que tendríamos que acabar haciendo? ¿Acaso no sabíamos que nadie iba a bajar jamás del cielo para salvarnos, que no lo haría la Liga de la Justicia, que nosotros éramos nuestra Liga?”


domingo, 26 de mayo de 2013

Extraño y distante

“Mientras comían hablaron mucho. Al cabo de un rato Bloch observó que ella hablaba de cosas que él acababa de contarle como si se tratara de sus propias cosas, mientras que él por el contrario, cuando mencionaba algo que ella acababa de contar, o bien lo citaba solamente con precaución o, desde el momento en que hablaba de ello con sus propias palabras, ponía siempre delante un extraño y distante «eso» o “esa», como si temiera inmiscuirse en sus asuntos. Si él hablaba del capataz o se refería a un futbolista llamado Stomm, podía ser que ella inmediatamente después dijera con toda confianza y naturalidad “el capataz» y «Stumm»; sin embargo cuando ella mencionó a un conocido llamado Freddy y un establecimiento que se llamaba «El sótano de Esteban», él decía siempre al contestar: «¿ese Freddy?» y «¿ese sótano de Esteban?» Todo lo que ella sacaba a relucir le impedía interesarse por ello y le molestaba que repitiera lo que él había dicho de una manera espontánea y natural."

"Bloch observó que cada vez que mencionaba algo y comenzaba a hablar de ello, contestaban las dos con una historia que les había ocurrido a ellas con el objeto mencionado o con un objeto parecido, o que en cualquier caso conocían de oídas. Por ejemplo, si Bloch hablaba de la fractura de costillas que había sufrido siendo portero, ellas contestaban que unos días antes se había caído un trabajador de una pila de tablones en la serrería del pueblo y también había sufrido una fractura de costillas; y cuando Bloch mencionó entonces que habían tenido que coserle los labios varias veces, le contaron como respuesta un combate de boxeo de la televisión, donde a un boxeador le habían reventado también una ceja; y cuando Bloch contó que al dar un salto una vez chocó con un lateral de la portería, ellas replicaron inmediatamente que el colegial mudo también tenía la lengua partida en dos."

"Estuvieron charlando mientras estuvieron sentados en la mesa. A Bloch le parecía como si fuera incapaz de decir algo serio. Empezó a hacer chistes, pero la arrendataria se tomaba muy en serio todo lo que decía. Él le dijo que su blusa parecía una camiseta de fútbol por las rayas, y aún hubiera querido decir algo más, pero ella le interrumpió para preguntarle si es que no le gustaba su blusa, y qué tenía contra ella. No sirvió para nada que afirmara con mucha convicción que solamente había sido una broma, y que la blusa le iba muy bien incluso a la palidez de su piel; entonces ella le preguntó si creía que su piel era demasiado pálida. Él dijo en broma, que los muebles de la cocina eran iguales que los muebles de una cocina de ciudad, y entonces ella le preguntó que por qué había dicho «casi». ¿Acaso la gente de allí tenía todo más limpio? Incluso cuando Bloch comenzó a hablar en broma del hijo del casero (probablemente le había hecho una proposición), ella le tomó en serio y le dijo que el hijo del casero no estaba libre. Entonces él quiso aclarar con una comparación que no había hablado en serio, pero ella también tomó en serio la aclaración. «No me refería a nada en particular», dijo Bloch. «Pero tiene que haber existido un motivo para que lo dijeras», contestó la posadera. Bloch se rió. Le preguntó que por qué se reía de ella."