domingo, 26 de mayo de 2013

Extraño y distante

“Mientras comían hablaron mucho. Al cabo de un rato Bloch observó que ella hablaba de cosas que él acababa de contarle como si se tratara de sus propias cosas, mientras que él por el contrario, cuando mencionaba algo que ella acababa de contar, o bien lo citaba solamente con precaución o, desde el momento en que hablaba de ello con sus propias palabras, ponía siempre delante un extraño y distante «eso» o “esa», como si temiera inmiscuirse en sus asuntos. Si él hablaba del capataz o se refería a un futbolista llamado Stomm, podía ser que ella inmediatamente después dijera con toda confianza y naturalidad “el capataz» y «Stumm»; sin embargo cuando ella mencionó a un conocido llamado Freddy y un establecimiento que se llamaba «El sótano de Esteban», él decía siempre al contestar: «¿ese Freddy?» y «¿ese sótano de Esteban?» Todo lo que ella sacaba a relucir le impedía interesarse por ello y le molestaba que repitiera lo que él había dicho de una manera espontánea y natural."

"Bloch observó que cada vez que mencionaba algo y comenzaba a hablar de ello, contestaban las dos con una historia que les había ocurrido a ellas con el objeto mencionado o con un objeto parecido, o que en cualquier caso conocían de oídas. Por ejemplo, si Bloch hablaba de la fractura de costillas que había sufrido siendo portero, ellas contestaban que unos días antes se había caído un trabajador de una pila de tablones en la serrería del pueblo y también había sufrido una fractura de costillas; y cuando Bloch mencionó entonces que habían tenido que coserle los labios varias veces, le contaron como respuesta un combate de boxeo de la televisión, donde a un boxeador le habían reventado también una ceja; y cuando Bloch contó que al dar un salto una vez chocó con un lateral de la portería, ellas replicaron inmediatamente que el colegial mudo también tenía la lengua partida en dos."

"Estuvieron charlando mientras estuvieron sentados en la mesa. A Bloch le parecía como si fuera incapaz de decir algo serio. Empezó a hacer chistes, pero la arrendataria se tomaba muy en serio todo lo que decía. Él le dijo que su blusa parecía una camiseta de fútbol por las rayas, y aún hubiera querido decir algo más, pero ella le interrumpió para preguntarle si es que no le gustaba su blusa, y qué tenía contra ella. No sirvió para nada que afirmara con mucha convicción que solamente había sido una broma, y que la blusa le iba muy bien incluso a la palidez de su piel; entonces ella le preguntó si creía que su piel era demasiado pálida. Él dijo en broma, que los muebles de la cocina eran iguales que los muebles de una cocina de ciudad, y entonces ella le preguntó que por qué había dicho «casi». ¿Acaso la gente de allí tenía todo más limpio? Incluso cuando Bloch comenzó a hablar en broma del hijo del casero (probablemente le había hecho una proposición), ella le tomó en serio y le dijo que el hijo del casero no estaba libre. Entonces él quiso aclarar con una comparación que no había hablado en serio, pero ella también tomó en serio la aclaración. «No me refería a nada en particular», dijo Bloch. «Pero tiene que haber existido un motivo para que lo dijeras», contestó la posadera. Bloch se rió. Le preguntó que por qué se reía de ella."


No hay comentarios:

Publicar un comentario